¿Y si existiera una píldora con la que pudieras conseguir los beneficios del ejercicio sin mover un solo músculo, lo seguirías realizando?

Hoy en día estamos bombardeados de información de todo tipo acerca del ejercicio físico:

  • Realizar X ejercicio nos reporta X beneficios.
  • El método X (rellenar con cualquier nombre guay) es el mejor para X (rellenar con cualquier beneficio).
  • El mejor ejercicio para X (rellenar con cualquier objetivo).
  • Estudios que lo dicen todo y a la vez no dicen nada.

Y un sinfín de datos que lo único que hacen es perdernos aún más en este mundo del ejercicio.

Información y más información que se supone que debería ayudarnos a tener una vida más activa, conseguir nuestros objetivos de una forma mas eficiente y a encontrar los suficientes motivos para no dejar de practicar ejercicio físico jamás.

A esto se suma a que cada vez se abren más instalaciones donde poder realizar actividad física y ejercicio físico, que no es lo mismo, guiados por una serie de profesionales de la salud y a las innumerables ofertas “lowcost” del mercado del fitness, que permiten que una persona disponga de un mes de gimnasio por 15 euros al mes.

Viendo esto, si analizáramos las estadísticas sobre el número de personas físicamente activas, esperaríamos encontrar que casi todo el mundo realiza algún tipo de ejercicio, pero…

Inactividad física: un problema de salud pública mundial (Imagen extraída de la web de la OMS)

¿Cuál es el problema entonces?

Tabla extraída del documento «HÁBITOS Y ACTITUDES DE LA POBLACIÓN ANDALUZA ANTE EL DEPORTE 2017». Publicación Oficial de la Conserjería de Turismo y Deporte

No tengo tiempo, tengo muchas cosas que hacer, no me gusta ir, no tengo ganas de ir al gimnasio, jornadas laborales extensas…

¿Cuántas veces hemos escuchado este tipo de respuestas cuándo le preguntábamos a alguien el por qué no practicaba ejercicio físico o por qué dejó de ir al gimnasio?

Si observamos detenidamente, veremos un denominador común en todo esto: LA FALTA DE MOTIVACIÓN.

Os pongo un ejemplo de un caso tipo, de los que te encuentras cada día en el gimnasio:

Manuela (45 años) no ha practicado ejercicio físico nunca, pero decide hacerlo por X motivos. Llega al gimnasio y le mandan un programa general. Se sienta en una máquina y comienza a empujar o traccionar peso. Por lo que le han dicho, ella cree que eso es lo mejor para su salud pero no sabe por qué. Además, no quiere realizar ejercicios con peso libre por miedo a lesionarse. A Manuela se le hacen interminables e insufribles los entrenamientos. La motivación inicial por la que decide empezar en el gimnasio comienza a desaparecer. Poco a poco va dejando de ir al gimnasio porque no le ve sentido, no le gusta la actividad que está realizando y tampoco percibe que esté mejorando. A los 3 meses, Manuela decide darse de baja y lo que es peor aún, se lleva una mala experiencia con el ejercicio físico.

Por otro lado encontramos a Antonio (35 años). Lleva 2 años apuntado al gimnasio y yendo a las clases de Crossfit/Crosstraining (o bien cualquier otra actividad). No ha faltado nunca a sus clases semanales. Cada semana le proponen retos que deben superar. Lleva un control de sus marcas personales y ve como progresa poco a poco. Además algunos fines de semana queda con sus compañeros de entrenamiento para realizar alguna carrera de obstáculos o tomarse algo.

Sin entrar en el debate sobre lo “bueno o malo” que es el Crossfit, ¿por qué una actividad es intrínsecamente mas motivante que otra independientemente de las características del entrenamiento?

Retos complicados que se acaban superando, percepción de mejora por parte de la persona, sentimiento de pertenencia a un grupo…

Para Antonio su clase es como un juego. Como dice Todd Hargrove en su libro “Play with movement”, jugar no va sobre hacer cosas inmaduras, frivolosas o aleatorias, sino, más bien, es ser absorbido por una actividad que es intrínsecamente motivante.

¿No te ha pasado alguna vez que has estado inmerso realizando una actividad cualquiera y pasaban las horas y las horas sin darte cuenta? Pues eso tiene un nombre: Fluir. En el lado opuesto a fluir, encontraríamos aquel trabajo interminable que es solo realizado para obtener algún beneficio extrínseco.

Mientras Antonio fluía durante la práctica de ejercicio, Manuela lo veía como un trabajo que tenía que realizar. Al no percibir su beneficio extrínseco, no encontró los suficientes motivos como para seguir yendo al gimnasio.

¿Y si fuéramos a jugar al gimnasio?

El juego es algo que va intrínsecamente en nosotros. Desde pequeños comenzamos a desarrollar nuestras habilidades motrices y nuestra condición física mediante el juego: los niños corren, trepan, saltan, gatean… Todo esto lo aprendimos jugando, sin necesidad de ver videos de Youtube sobre cómo hacer una sentadilla.

Lo mismo ocurre con los animales. El juego ayuda a los animales a desarrollar su forma física, resistencia, aprender movimientos y habilidades sociales, para mejorar también su capacidad de adaptación y creatividad.

Aunque no lo creas, esto es posible llevarlo a cabo en el gimnasio (nosotros lo llevamos a cabo con nuestros entrenados). Ejercicios que supongan un reto, tengan un objetivo, en donde se permita el error, que permita la exploración y la creatividad, y que exista algo de “riesgo” controlado (por ejemplo realizar un ejercicio a una pierna), nos permitirá jugar dentro de la sala de entrenamiento.

Por ejemplo, en el ejercicio que mostramos en la imagen, Jose Luis intentaba realizar un empuje vertical con la bola de 7 kg mientras cambiaba de un apoyo bipodal a unipodal. El objetivo era mantener la bola lo mas alto posible durante 2 segundos. En las primeras series fallaba 8 de cada 10 veces que lo intentaba, pero poco a poco consiguió el objetivo prácticamente las 10 veces que lo realizaba. Logró superar el reto que le propusimos.

Ejemplo de Ejercicio de Cambio de Apoyo Bipodal a Unipodal.

En el ejercicio intentamos mejorar la estabilidad en miembros inferiores, superiores (hombro) y la fuerza del CORE mientras introducíamos un movimiento de empuje vertical. Como veis tampoco trabajamos por grupos musculares de forma analítica si no por movimientos (ya explicaremos esto en otro post).

Claramente esto no te lo dará una máquina guiada, pero si lo podremos conseguir con nuestro propio peso corporal, peso libre, poleas y diversos materiales que encontramos en las salas. Esto no quiere decir que no llevemos una estructura en nuestro entrenamiento ni mucho menos, si no que debemos encontrar ejercicios que nos aporten esta pizca de reto y motivación. Todos los programas contarán con ejercicios programados según unas variables determinadas (intensidad, volumen, frecuencia, tiempo de descanso,…) y apoyados siempre en la evidencia científica actual.

Que no se malinterprete lo que hemos hablado, hay una línea muy fina que separa la variabilidad en el entrenamiento y la diversión, de un entrenamiento que no tiene nada que envidiarle al circo del sol.

Como indicábamos al principio, da igual que tengas en tus manos el “programa ideal de entrenamiento para la pérdida de peso” o que tengas un doctorado en actividad física, que si no logramos obtener/dar la motivación necesaria hacia el ejercicio físico, no valdrá de nada. Porque esto es una carrera de resistencia, no de velocidad, y de nada sirve machacarse 2 meses y abandonar el ejercicio por falta de motivación.

¿Es tu programa de ejercicio intrínsecamente motivante? ¿Y si existiera una píldora con la que pudieras conseguir los beneficios del ejercicio sin mover un solo músculo, lo seguirías realizando?

Si tu respuesta a estas dos preguntes es NO, nosotros podemos ayudarte a convertirlas en un SI.

Esta entrada ha sido realizada por Joaquín de Lara Paredes, uno de nuestros Educadores Físicos.

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